En esta entrada demostraremos dos cosas: la primera que el sacrificio del judío Jesús en la cruz no fue grato a su dios Yahvé, y en segundo lugar será evidenciado como el día de ‘La Pasión’ de Jesús no fue el Viernes (Viernes Santo de Pasión según la secta monoteísta judeocristiana), sino que según los propios textos bíblicos ello sucedío en la mañana del Sábado (Sabbath), que ese año coincidía con La Pascua judía (doble Sabbath).
En efecto, el apóstol Marcos dice que José de Arimatea “compró una sábana” (Mc.15,46) para amortajar el cadáver del galileo, la cual debe ser ésta ‘sábana inmaculada’ a la cual alude Mateo el apóstol (Mt.27,57-60). Ello contravendría la ley según la cual ‘no debe uno ocuparse en sus negocios’ (Is.58,13) no sólo porque era el primer día de Pascua (Éx.12,16), después del día de Parasceve (del día 14 al 15 del mes Nisán), sino además porque era día de Sábado (Mt.16,1), “día de descanso completo” (Éx.31,15), lo cual implica que el sacrificio no fue grato a su dios. Por ende, el mismo José de Arimatea, contraviniendo la Ley según la cual “el sacrificio de la fiesta de Pascua no lo guardarás durante la noche hasta el siguiente día” (Éx.34,25), cogió el cadáver del galileo y “lo depositó en su propio sepulcro” durante la noche y hasta el día siguiente, lo cual implica que el sacrificio no fue grato a Yahvé, su Señor Dios. Sin embargo y sea como fuere, lo cierto es que aun hoy “el sumo honor se ofrece a la mentira abigarrada”[1].
Así es: el galileo resucito en día Sábado, que coincidía con el día de Pascua, pues cuando se dice que fue “ascendido en primera mañana de Sábado” (Mc.16,9) debe entenderse que los apóstoles identificaban la ‘resurrección’ no con la aparición, sino con la ascensión al cielo en el mismo momento de la muerte (Jn.13,1). Por ende, cuando se dice “desde entonces comenzó Jesús a señalar a sus discípulos que debía marchar a Jerusalem y sufrir mucho de parte de los ancianos y de los sacerdotes y de los escribas, por cuanto debía ser ejecutado y al tercer tiempo debía ser alzado” (Mt.16,21)[7], de hecho, debe entenderse el término ἡμέρα no como la porción de tiempo asignada al día solar, sino a una porción de tiempo indeterminada. No obstante y con todo, esta porción queda bien determinada en Mc.15,33, cuando se dice que “llegada la hora sexta, hubo obscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona”, esto es, la obscuridad, que representa la muerte del galileo, se prolongó por tres ἡμέραι u ‘horas’, tras lo cual, así como la luz vuelve a emerger sobre la tierra, el galileo es ascendido o ‘alzado’ hacia ‘el reino de Dios’. A decir verdad, las apariciones correspondientes al primer día de la semana, es decir, al día subsiguiente a la pasión, no corresponden con la resurrección, sino que pretenden ser ‘la constatación’ de que la resurrección ha ocurrido verdaderamente, no tanto en el mundo como en el ‘reino de Dios’.
Sea como fuere, y aunque seguramente toda la historia de Jesús fuera un delirio mesiánico judío (hecho literatura por quienes deseaban una escisión respecto del judaísmo oficial), deseamos hacer notar que la comprensión de los Textos Bíblicos, precisamente por haber sido impuestos a sangre y fuego durante centurias, es fundamental para entender la dolorosa transición de la Antigüedad a la Modernidad.
Texto y traducciones por Marco Pagano. Fuente: https://www.scribd.com/doc/118498996/Inquisicion-a-los-Textos-Biblicos-Borrador Referencias: https://misteriosaldescubierto.wordpress.com/2009/11/21/jesucristo-no-existio/
[1] Píndaro Nemea VIII 25-26.
[2] “El mes primero, el día catorce del mes, entre dos luces, es la Pascua de Yahvé. El quince del mes es la fiesta de los Ácimos de Yahvé. Durante siete días comeréis pan sin levadura” (Lev.23,5-6).
[3] La clave para obtener esta solución es interpretar la preposición de acusativo μετὰ no por ‘después de…’, sino por ‘entre medias de…’, o sencillamente ‘en…’, como al fin se ha optado traducir. De hecho, es muy conveniente recordar que la Parasvece se contaba desde el atardecer del día 14 de Nisán hasta el mediodía del día 15, con lo cual, Mateo se refiere a la mañana del Sábado, que formaba parte de la Parasceve, y no a la del Domingo aún. Por último, no está de más añadir un fragmento suplementario que dice “sabéis que de aquí a dos días acontece la Pascua, por ende, el Hijo del hombre se entrega, porque ha de ser crucificado” (Mt.26,2).
[4] La clave aquí estriba en interpretar la conjunción ἐπεὶ con un valor temporal-consecutivo, y no con valor temporal-durativo ni con valor causal.
[5] En efecto, la crucifixión, resurrección y sepultura de Jose de Arimatea sucedió en Sábado, que aquel año coincidía con el día de la Pascua ―por eso Juan lo denomina Sábado Grande (Jn.19,31)―, pues el Parasceve se prolongava hasta el mediodía del Sábado, que es cuando se contaba tanto el Sábado como la Pascua propiamente dichos.
[6] En efecto, éste es el sentido profundo de la Pascua: la Pasión no tanto como símbolo de padecimiento, sino como ‘el Traspaso’ de una realidad a otra (el Pasadizo). De hecho, tal y como los judíos celebran ‘el Paso’ de Egipto a la Tierra Prometida por su dios, los judeo-mesiánicos, sean o no sean conscientes de ello, celebran ‘el Paso’ del mundo al ‘reino de Dios’, verificado por el galileo, según dicen, a través de sus posteriores apariciones.
[7] Como también ocurre en Mt.17,22-23, Mc.8,31 y Mc.9,31-32.
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